miércoles, 28 de septiembre de 2016

El prófugo

Tuve que irme. Con lo puesto.
Adentro de esa campana de cristal
lograban hacer de mí dedos escuálidos,
tristeza octogenaria.
No me quedaba nada
de ave zancuda,
ni de abeja, ni de mariposa.
Nada.

Josefina Trebucq


No hay comentarios.:

Publicar un comentario